domingo, 28 de octubre de 2007

"Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas dia y noche a los hombres y también a los animales. Qué entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis distractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridículam es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado calle; si ante de la noche volví: lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta". (...)
Jorge Luis Borges. "La casa de Asterión"El Aleph. Obras completas I. Barcelona: Emecé, 1998

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